EL GRAN CHARANAL
Por: Juan Gelin Jiménez B.
Se Escucha en las voces de nuestros ancestros que, hace muchos años se instalaron en las Laredas del cerro que colinda la geográfica figura del cerro guapo, los originales y primeros habitantes llegados hasta el bastión natural de charanal. Estos genuinos hombres de campo, han escrito su propia historia que han sabido guardar como un gran legado aún no conocido por muchos amantes de los mitos, leyendas y costumbres tradicionales de los pueblos. La historia sólo cuenta que charanal se convirtió en lo que fue Bigote y, hoy en distrito San Juan del mismo nombre.
Existen quienes argumentan que Bigote debe su nombre al honor de un primer habitante de la zona que lucia espesos bigotes que significaban además, un orgulloso atractivo masculino, para otros, la forma de los cerros debe ser observada minuciosamente para contemplar en ellos la figura de un similar parecido con los bigotes de un hombre que pueden divisarse entre la cúspide de los cerros y el horizonte.
Cesar Alzadora Córdova, profesor de Historia del Perú, refiere que el nombre de San Juan lo adoptó por la clara idea dictatorial del gamonal de turno, dueño de las tierras cultivables y sustento laboral de sus pobladores. Por relación a ello Alzamora Córdova, sustenta su hipótesis en el soporte económico que brindaba Juan Cuglievan para patrocinar la fiesta patronal que se desarrolla en el mes de enero y que significa un grande regocijo entre los hijos de San Juan de Bigote en su reducto y una entrañable añoranza para los habitan fuera de él.
Belizario Arellano Mondragón es un poeta, compositor, ex maestro de escuela que repartió sus enseñanzas en el Colegio Primario de Salitral además, un coincidente con la teoría sustentada por Alzadora Córdova. “Bigote los días sábados, era una feria casi internacional, en él se concentraban los comerciantes más graneaditos del departamento y teníamos que ir para comprar las cosas que eran de necesidad en esa época”- por recordar aquellos años vividos, el profesor Arellano, suspira y siente orgullo por haber conocido Bigote.
El profesor Alzamora inicio su carrera magisterial como docente en el “bravo andanjo” en el pueblo magistral de La Quemazón junto con el también profesor de escuela Nicanor Palacios. Alzadora Córdova precisa que “Los Andanjos” fueron señoríos y caciques de los andajus y representaban un poder tan igual como los patriarcas y las comarcas de los cutivalus y tacalás en Piura, Vicús y allaniques en Chulucanas, que se respetaban con los Huancas y choquehuancas en Huancabamba y Huamingas en Frias.
La historia va mas allá que un simple comentario, la geografía de la jurisdicción de San Juan de Bigote, siempre fue la misma, como si los Dioses le hayan reservado desde siempre esta ubicación impecable, donde cada bigoteño se siente holgado en él. Se observa una paz indescriptible en sus tierras y lo que en algún momento significó un remedo de divisionismo entre comuneros y cooperativistas, alteños y bajeños, parejeños y quemazoneños se consolidó en un grupo emprendedor que ritualmente rinde homenaje a sus ancestros sin distinción de credo, religión y razas. Conviven dentro de una democracia practicada con honor y sabor a conquista porque, supieron asimilar las enseñanzas como legados en sus propias historias.
Cuentos, leyendas, mitos y comentarios son temas de contenido en la historia que representa la idiosincrasia de este pueblo humilde y productivo que supo hacer que lo respeten cuando las circunstancias así lo ameritaron. Hablar de lugares encantados, de “garzas”, “lisa de oro” o aquellos cuentos donde los ancestros aseguraban haber visto a seres humanos transformados en animales es un exquisito sabor a bonanza. La quebrada llamada por los moradores “La Goya” permitió a campesinos del lugar observar a una doncella que se trasladaba hasta la ribera del río para refrescarse y bañarse de agua fresca, emanada desde las profundidades del cerro y que recorría su territorio en vaivenes, tumbos y sonidos temerarios
“La lisa de oro”, ¿fue tal vez un lugar exótico donde los andanjos igual que los incas en Cajamarca tenían su refugio privilegiado para el jefe como baños medicinales O quizá un amplio y extraño almacén donde se guardaban provisiones para épocas de escasez?
“La leyenda de la lisa de oro” tiene un soporte en el nombre de Pedro Cornejo, un fallecido curandero del pueblo que supo alertar sobre el peligro que significaba seguir en el intento por encontrar la preciada figura del pez que cautivó al primer campesino, morador del pueblo que lo vio y, enfermaba a quienes lo buscaban y aseguraban estar cerca para encontrarlo.
“La lisa de oro” es un lugar inhóspito, incrustado entre colinas y quebradas del cerro guapo. Su presencia está en la consistencia de lagunas con agua represada en pozos separados. Impone respeto y orgullo entre cada morador de San Juan de Bigote que no cesan por el jubilo, por contar la historia, aquella que las nuevas generaciones jamás deben desconocer y que incita para que algún alcalde se decida por convocar un referéndum o una consulta popular para que los pobladores declaren la “lisa de oro” ¡Patrimonio Cultural de San Juan de Bigote! y por decreto de alcaldía lo declare “Rincón Productivo del Perú”.
viernes, 4 de enero de 2008
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